A finales de los años ochenta, Duro Felguera es un gigante industrial centenario que vertebra la cuenca del Nalón con sus miles de empleos y mantiene estrechos vínculos con el poder político. Por su parte, sus empleados han forjado una sólida cultura asamblearia y mantienen frecuentes reivindicacion...
A finales de los años ochenta, Duro Felguera es un gigante industrial centenario que vertebra la cuenca del Nalón con sus miles de empleos y mantiene estrechos vínculos con el poder político. Por su parte, sus empleados han forjado una sólida cultura asamblearia y mantienen frecuentes reivindicaciones. Raro es el mes en el que no hay huelga en La Duro. Por ello, la pretensión de Duro Felguera de pasar de ser una empresa de «mono azul» a una de «cuello blanco», despidiendo a cientos de trabajadores, choca de frente con la plantilla, que reclama una buena gestión, el mantenimiento del empleo y un plan de futuro para las cuencas. Entre 1989 y 1999, los trabajadores responden a los sucesivos despidos con paros, marchas, conciertos, una huelga de hambre de 52 días, numerosos sabotajes y un encierro en la torre de la catedral de Oviedo de 318 días, convirtiéndolo en uno de los conflictos laborales más radicales y exitosos de las últimas décadas, en el que «los de La Duro» pelearon contra la lógica del mercado hasta lograr la reincorporación de cada uno de los despedidos.