Bendecida con una voz extraordinaria templada al calor de su insobornable activismo, Sinéad O’Connor irrumpió, muy a su pesar, en la constelación de las grandes roqueras a finales de los ochenta, con una pompa que no iba con ella y de la que acabaría abjurando en poco tiempo. Para cuando contaba vei...
Bendecida con una voz extraordinaria templada al calor de su insobornable activismo, Sinéad O’Connor irrumpió, muy a su pesar, en la constelación de las grandes roqueras a finales de los ochenta, con una pompa que no iba con ella y de la que acabaría abjurando en poco tiempo. Para cuando contaba veinte, era ya mundialmente famosa y se había visto inadvertidamente catapultada a una vida con las servidumbres propias de una estrella con mayúsculas. Por su iconoclasta aspecto y sus célebres intervenciones televisivas — como cuando descuartizó la fotografía del papa en Saturday Night Live a fin de impulsar su campaña contra los abusos de menores — ha fascinado e indignado por igual a millones de apocalípticos e integrados. En Remembranzas, O'Connor desgrana los pormenores de su tempestuosa infancia; infierno de abusos y violencia parental que no tardará en dejar a sus espaldas a cuenta de los muy precoces triunfos que cosechará con sus primeros tientos en el universo sonoro. Un clamor arrollador acompaña su irrupción en una industria discográfica que trata de fagocitar al naciente mito y a cuyo establishment se enfrentará haciendo bandera de su libertad artística.
Inspirándose de niña en los discos de Bob Dylan (quien, años más tarde, la traicionará en el concierto de homenaje al bardo de Minnesota) busca y pronto encuentra refugio en la canción protesta. Es esta también la crónica de sus primeras incursiones en la escena irlandesa; época a la que seguirán la grabación de su primer álbum en Londres con ocho meses de embarazo, y la exégesis de las enseñanzas de los profetas con los rastas del East Village, pero también de la abrumadora popularidad sobrevenida con el inimaginable éxito que iba a cosechar su versión del tema de Prince «Nothing Compares 2 U».
Íntima, sincera y en abierta contraposición al grandilocuente vertido de venturas y desventuras al uso — propio de otros compañeros de arpas —, la partitura vital de Sinéad aclara los motivos de su autoimpuesto aislamiento y de su resuelta renuncia a comprometer su desarrollo artístico y espiritual a manos de una industria que castiga y demoniza a aquellos que se apartan del yugo del gran capital y del mainstream redentor.