«Grabar, rayar, esculpir, cavar en una piedra, en un papiro, en un papel, pero, en última instancia, escribir: es la única manera de eternizar la expresión.»Esta selección de los dieciséis volúmenes del Diario (1932-1993) de Miguel Torga constituye un testimonio conmovedor de una época en la que el ...
«Grabar, rayar, esculpir, cavar en una piedra, en un papiro, en un papel, pero, en última instancia, escribir: es la única manera de eternizar la expresión.» Esta selección de los dieciséis volúmenes del Diario (1932-1993) de Miguel Torga constituye un testimonio conmovedor de una época en la que el novelista y poeta portugués reflexiona sobre los acontecimientos que marcaron un siglo, su experiencia como médico y sus primeros pasos como escritor: todo aquello que quiso salvar del olvido. Torga, autor de uno de los proyectos diarísticos más ambiciosos del siglo XX, nos desvela en estas páginas inolvidables un espejo en el que se mira a sí mismo mientras escribe sobre lo divino y lo humano: los hechos del mundo, su paisaje interior, los viajes, la poesía y su rica intimidad como poeta y testigo esencial de su tiempo. «Más que páginas de meditación, son gritos del alma irreprimibles de un mortal que se ha doblado, pero no se ha partido, que, sin poder, ha podido hasta la extenuación. Y se despide de sus semejantes sin amargor y sin resentimientos, en paz por haber procurado verlos y comprenderlos en su exacta medida.»