En las historias de Natacha no se te permite un descanso. En ellas hay un frote duradero con la realidad que nos circunda: lo malo y lo que parece bueno, el cataclismo y la deflagración, los apegos y el despeñadero hacia el abismo. Esa cosa de vida literaturizada preferible a la que nos narra a cada...
En las historias de Natacha no se te permite un descanso. En ellas hay un frote duradero con la realidad que nos circunda: lo malo y lo que parece bueno, el cataclismo y la deflagración, los apegos y el despeñadero hacia el abismo. Esa cosa de vida literaturizada preferible a la que nos narra a cada uno la cotidianidad. Y se la debe leer en trance, dejando que te alcancen las balas de sus pistolas, sin resistencias, para comprobar la red de entusiasmos que es cada línea de este libro.