La educación positiva es un concepto que se malinterpreta muy a menudo, y el error más común lleva a muchos padres a creer que es sinónimo de no poner límites a los niños. Pero la idea de unos padres zen que no se inmutan ante las rabietas de los niños está muy lejos de lo que es realmente educar. La clave en la educación positiva es, precisamente, lograr un equilibrio entre firmeza y amabilidad a la hora de gestionar conflictos con los niños.
Si bien es cierto que es un equilibrio difícil, no es imposible, y a través de las explicaciones y ejemplos que propone este libro comprenderemos cómo actuar para no caer en los premios y castigos y poder corregir el comportamiento de nuestros hijos, lograr que nos hagan caso y que nos escuchen, empatizando con ellos a través de la conexión emocional.