Guillermo lo tiene todo para ser feliz: una mujer maravillosa, un hijo encantador, un trabajo bien pagado, un chalet en las afueras de Madrid y dos perros. Pero se está aburriendo.
Tras la muerte de su madre comienza a atravesar su particular crisis de los cuarenta e intenta llenar ese vacío en el polideportivo del pueblo, hasta que un día se apunta a un club de juegos de mesa, y allí conoce a K.
K es un hombre vulgar pero magnético que le propone una peculiar empresa: diseñar un juego genial, diferente, único… Establecen una extraña amistad y lo que empieza como algo lúdico se transforma en una escalada emocional, llena de adrenalina; un viaje sin retorno hacia el peligro que solo puede acabar en desastre.
Club de juego es una historia sobre la culpa y sobre una generación con miedo a envejecer, sobrecargada de estímulos, que ve en la rutina el peor de sus fracasos.