Tener cuatro patas, cinco almohadillas en cada una de ellas, ojos vigilantes, siete vidas, reflejos fulmíneos. Ser gato, en definitiva, ser sigiloso e intrépido, prepararse para rebasar el miedo sobre el abismo, para descubrir que en realidad la nada lo es todo. El lirismo de esta original oda gatun...
Tener cuatro patas, cinco almohadillas en cada una de ellas, ojos vigilantes, siete vidas, reflejos fulmíneos. Ser gato, en definitiva, ser sigiloso e intrépido, prepararse para rebasar el miedo sobre el abismo, para descubrir que en realidad la nada lo es todo. El lirismo de esta original oda gatuna es un llamamiento a la libertad, el desencadenante de una alegoría que analiza lo humano a través de lo felino y reflexiona sobre la vida misma, en la que no queda más que esperar, lamerse las heridas y, en ocasiones, sacar las garras. Todos somos gatos a la espera de dar un brinco al vacío, de cazar una presa; en búsqueda de un recoveco cálido donde descansar, de un lugar seguro al que llamar hogar y de una mano que nos acaricie.