Harriet no es la típica princesa en apuros que espera a su caballero roedor, prefiere una buena espada antes que probarse vestidos en palacio.
Cuando Harriet descubre que de pequeña una maldición la condenó a quedarse profundamente dormida al cumplir los doce años, reacciona bastante bien... ¡Está condenada a ser invencible hasta entonces!
No puede quedarse sentada en su trono y desperdiciar la parte buena de la maldición: ¡hay que pasar a la acción!