Los cuentos clásicos son aquellos que conocemos todos. Más o menos... Cada uno a su manera. Porque cuando eras pequeño a ti te contaron que Pulgarcito dejaba miguitas de pan en el camino; a tu compañero de clase, que lo que iba tirando eran piedrecitas blancas, y según la versión del vecino del terc...
Los cuentos clásicos son aquellos que conocemos todos. Más o menos... Cada uno a su manera. Porque cuando eras pequeño a ti te contaron que Pulgarcito dejaba miguitas de pan en el camino; a tu compañero de clase, que lo que iba tirando eran piedrecitas blancas, y según la versión del vecino del tercero, que no es ni de la escuela de los Grimm ni de la de Perrault, lo que tiraba Pulgarcito para recordar el camino de vuelta eran lonchas de mortadela de aceitunas. Algo parecido sucede en esta divertida versión de Caperucita Roja que ha escrito Biagio Bagini e ilustrado Marcella Moia. La historia comienza como todos conocemos, con la mamá de la protagonista entregándole la cestita con la merienda para que se la lleve a su abuela. Pero muy pronto, diferentes lectores le formularán preguntas al narrador, que cambia siempre al girar la página. Y con la respuesta de cada narrador, la historia avanzará como la conocemos. Más o menos...