¡Habla, Pepe, habla! Queremos que hables. Tú, que disertabas, nos hacías reír y te reías, tanto si era en grupos pequeños como en grandes escenarios, tú solo ante centenares de almas.Porque, ¿sabes, Pepe?, pasa que somos muchísimas las personas que te añoramos. Pasa que apareces en muchas conversaci...
¡Habla, Pepe, habla! Queremos que hables. Tú, que disertabas, nos hacías reír y te reías, tanto si era en grupos pequeños como en grandes escenarios, tú solo ante centenares de almas. Porque, ¿sabes, Pepe?, pasa que somos muchísimas las personas que te añoramos. Pasa que apareces en muchas conversaciones, que a menudo alguien, de pronto, salta: «¿Qué diría Pepe ahora de esto o aquello?». Habla, Pepe, habla. Porque pocas personas saben que cuando viste venir la parca, apareciste con unas cuantas maletas ante tu hermana Carmen diciéndole: «Mari, tú sabrás dar salida a todo esto que te dejo». Y en aquellas maletas había montones de ideas, de apuntes, de diarios, de poesías, de pensamientos, de diseños de gags… Todo anotado en libretitas que apurabas con tu minúscula letra. Algunos de aquellos escritos vieron la luz en los escenarios. Otros, nunca. Poco a poco tu familia está cumpliendo tu deseo. A fe cierta que está haciendo que hables. Empeñada en que, además de conocer al genial, reconocido y a veces denostado humorista Pepe Rubianes Alegret, se vislumbre también al Pepe pensador, al Pepe poeta, al Pepe cronista, escritor, director, guionista de sus propias historias. No le falta material para que te conozcamos más, porque lo que más recordamos es tu risa y la nuestra.