• POESÍA PORTÁTIL (EDICIÓN ESTUCHE)

    WHITMAN | SAFO | DICKINSON | LORCA | BAUDELAIRE | CAVAFIS | RILKE | RIMBAUD

    VARIOS AUTORES MONDADORI ESPAÑA Ref. 9788439735090 Ver otros productos de la misma colección Ver otros productos del mismo autor
    Una magnífica selección de ocho de los títulos más especiales de la colección «Poesía portátil» en formato estuche. ¡Oh, capitán!, ¡mi capitán!, Walt Whitman Walt Whitman fue el más notable precursor del verso libre, un ejercicio estilístico que fluye por sus grandes temas: la sexualidad, el deísmo,...
    Ancho: 125 cm Largo: 153 cm Peso: 250 gr
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    27,90 €
  • Descripció

    • ISBN : 978-84-397-3509-0
    • FechaEdicion : 01/11/2018
    • AñoEdicion : 2018
    • Idioma : Español, Castellano
    • Autores : VARIOS AUTORES
    • NumeroPaginas : 432
    • Coleccion : POESÍA PORTÁTIL
    • NumeroColeccion : 101209

    Una magnífica selección de ocho de los títulos más especiales de la colección «Poesía portátil» en formato estuche.

    ¡Oh, capitán!, ¡mi capitán!, Walt Whitman

    Walt Whitman fue el más notable precursor del verso libre, un ejercicio estilístico que fluye por sus grandes temas: la sexualidad, el deísmo, la naturaleza, la democracia y la libertad.

    Su mirada vitalista sobre la belleza del mundo influenció a un sinfín de autores y la transcendencia de su obra sigue marcando a los artistas de hoy día. Poeta del «yo» íntimo y colectivo, a caballo entre la filosofía, la mística y la reflexión personal, canta al mundo que nos rodea con un lirismo inconmensurable.

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    No creo poder tocar el cielo con las manos, Safo

    Considerada la «Décima Musa» por Platón, los fragmentos conservados de la obra de Safo son escasos y constituyen una muestra fundamental de la primera poesía europea.

    Siendo ya en su época una autoridad, los siglos la han situado como un referente de la literatura femenina que ha inspirado por igual a hombres y mujeres. Los textos que nos quedan de su obra atestiguan una sensualidad intensa y delicada que canta los dolores y la alegría de la pasión amorosa.

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    Morí por la belleza, Emily Dickinson

    Emily Dickinson es sin duda una de las eruditas más enigmáticas de la historia de la literatura, una mujer que murió a los cincuenta y cinco años siendo una desconocida y habiendo publicado solo siete poemas. En realidad había escrito casi dos mil y fue su hermana quién los encontró en un cajón, garabateados en pedazos de papel o cuidadosamente cosidos en cuadernillos.

    Dickinson vivió los últimos años de su vida sin salir de casa, recluida en una intimidad oscura que plasmó en cada verso. En ellos se respira la rabia contra una sociedad patriarcal que castigaba cualquier atisbo de independencia femenina, son poemas que se rebelan contra el mundo que la rodea y piden a gritos más libertad. Radical en fondo y forma, eliminó verbos, signos de puntuación y conectores; escribía sin adornos y sin reglas. La contundencia de su obra, su manera de entender el verso, la rima, la oración y la gramática, han marcado la poesía moderna.

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    Soñando en la mar amarga, Federico García Lorca

    Icónico por sus versos y por el exitoso diálogo que establece con cada lector, Lorca fue una de las primeras figuras de la Generación del 27, consagrándose plenamente con el Romancero gitano. El más grande poeta del siglo XX español ha despertado la admiración entre lectores de todas las edades, atraídos por una lírica vitalista que ha influenciado a artistas de múltiples disciplinas. La atribulada vida de Lorca y su trágico final le han convertido también en el símbolo de los años más oscuros de este país.

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    42 flores del mal, Charles Baudelaire

    Con una influencia incontestable sobre escritores modernos y contemporáneos, el impacto de la obra de Baudelaire es evidente en autores como Proust, Houellebecq y tantos otros que respiraron el desarraigo y la sordidez que emanan sus versos.

    Baudelaire había despertado del sueño romántico y se sumergió en la metrópoli, fue un poeta solitario entre multitudes que se confesaba un «yo sediento del no-yo», un navegante en un universo vacío y a la vez rebosante de las más bajas pasiones. Su lenguaje, valiente y descarado, es un ensayo constante de todas las posibilidades expresivas del verso y la prosa.

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    Recuerda cuerpo, Constantinos Cavafis

    A pesar de ser considerado uno de los poetas más importantes del siglo XX, Cavafis nunca publicó en vida y solo distribuía sus versos entre un círculo reducido de amigos.

    Esta selección es representativa de una vocación a la que se entregó desde muy joven con rigor y exigencia, una obra breve y minuciosa que despertó la admiración de grandes poetas de la talla de T.S. Eliot o Jaime Gil de Biedma. El amor homosexual -a veces solo implícito pero cargado de sensualidad y erotismo- marca sus versos, así como la evocación de la antigüedad clásica.

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    Versos de un joven poeta, Rainer Maria Rilke

    Abre esta selección la famosa «Carta a un joven poeta», una delicada misiva que Rainer Maria Rilke dirigió a un joven admirador en la que bien podría estar hablándole a todos aquellos movidos por un espíritu creador. Esta antología incluye algunos poemas tempranos, donde se entrevé el intelectual en el que se acabaría convirtiendo y también el amante que erró por toda Europa, enamorando sin promesas y huyendo, incapaz de vivir más allá de sí mismo. Cierra la antología una selección de El libro de horas, dedicado a la poesía, esa vocación total que le abdujo y le cobijó de una realidad en la que nunca llegó a encajar, siempre a la deriva entre lo divino y lo terrenal.

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    Un adelanto del fin del mundo, Arthur Rimbaud

    Rimbaud rompió las costuras de la poesía moderna cuando todavía no había cumplido veinte años. A tan pronta edad deflagró también los límites de la bohemia. Rebelde ejemplar, entendía la figura del poeta como una suerte de vidente de una vida nueva, un icono romántico movido por una fiebre que estrellaba en decenas de hojas sueltas.

    Reunimos ahora algunos de sus principales poemas, resultado de sus años en París, de la truculenta pasión que le unió a Paul Verlaine, del malvivir, el emborracharse, del no ser feliz pero ser siempre salvaje.