El 2 de septiembre de 2016, la religiosa Isa Solá conducía por el centrode Puerto Príncipe cuando un hombre le disparó dos veces y acabó brutalmentecon su vida. Solo tenía 51 años y muchos proyectos por hacer.Había llegado a Haití en 2008. Llevaba poco más de un año trabajandoen este empobrecido paí...
El 2 de septiembre de 2016, la religiosa Isa Solá conducía por el centro de Puerto Príncipe cuando un hombre le disparó dos veces y acabó brutalmente con su vida. Solo tenía 51 años y muchos proyectos por hacer. Había llegado a Haití en 2008. Llevaba poco más de un año trabajando en este empobrecido país cuando un seísmo de siete grados en la escala de Richter se llevó la vida de 316.000 personas. Fue entonces cuando Isa, tras sobrevivir milagrosamente al terremoto, decidió compartir para siempre su vida con ese país. Enfermera y maestra, creó un taller de prótesis para atender a cientos de personas con miembros amputados tras la catástrofe. Convencida de que la educación dignifica a las personas, trabajó con los haitianos para que pudieran tener un futuro mejor, como ya había hecho en Guinea Ecuatorial, donde estuvo años dedicada a la enseñanza y a la promoción de la mujer. Barcelonesa de familia acomodada, sintió desde la adolescencia una firme vocación por ayudar a los más desfavorecidos. La autora, que compartió en su juventud experiencias con ella, ofrece en Lo que no se da se pierde un emocionante repaso por la biografía de Isa. A lo largo de estas páginas, su voz resuena con fuerza: «Espero irme haciendo, al menos, lo que amaba hacer, entregando mi vida, amando a mi gente, sirviendo».
Parte de los beneficios de este libro irán destinados a la Fundación Juntos Mejor de las religiosas de Jesús-María