La narrativa de Istrati se organiza en torno a la vida de Adrian Zograffi, su alter ego imaginario que actúa como narrador, testigo o personaje. Kyra Kyralina y El tío Anghel ?sus dos obras cumbre? forman parte del primer ciclo. Kyra Kyralina (1923) abre la epopeya balcánica y recoge la vida de Stav...
La narrativa de Istrati se organiza en torno a la vida de Adrian Zograffi, su alter ego imaginario que actúa como narrador, testigo o personaje. Kyra Kyralina y El tío Anghel ?sus dos obras cumbre? forman parte del primer ciclo. Kyra Kyralina (1923) abre la epopeya balcánica y recoge la vida de Stavros, su infancia, su perversión por un turco y la búsqueda febril de su hermana Kyra por los harenes de Constantinopla. La obra, que gira en torno a la idea del viaje y de la fatalidad del destino, es un canto a la amistad verdadera y a la libertad. El tío Anghel (1924), estructurada en tres partes independientes gracias a una cronología aleatoria, presenta el devenir trágico de dos seres excepcionales por sus pasiones excesivas: tío Anghel y el bandolero Cosma. Istrati, con la espontaneidad del cuentista oriental, aspira a que sus novelas palpiten como un corazón y combina para ello las fuentes del mejor folklore balcánico con las anécdotas y personajes de su vida aventurera. Como señala Claudio Magris en El Danubio, ?es el poeta de la promiscuidad y de la ambivalencia de Oriente, de ese desorden del cual parece esperarse a un tiempo la redención y la violencia?.
Vagabundo rumano y gran escritor autodidacta, Panait Istrati nació en Braila -ciudad portuaria del Danubio- en 1884. Hijo natural de una lavandera rumana y de un contrabandista griego, sólo asistió a la escuela durante cuatro años y realizó todo tipo de trabajos para ganarse la vida. Su espíritu inquieto y aventurero lo llevó a partir a Oriente Medio en 1906 sin dinero ni pasaporte. En 1921, tras instalarse en Francia, y desesperado por la tuberculosis, la pobreza y la muerte de su madre, intentó suicidarse. Fue encontrado agonizante con una carta dirigida al escritor Romain Rolland, quien le ayudaría a convertirse en el ?Gorki de los Balcanes?. Invitado en 1927 a visitar la Unión Soviética, su crítica feroz a las colectivizaciones le costó el rechazo de los intelectuales franceses, por lo que decidió volver a Rumanía, donde murió en 1935 sumido en el olvido.