En Los fundamentos histórico-espirituales del parlamentarismo en su situación actual (2.ª ed. de 1926), Carl Schmitt efectúa la reconstrucción del tipo ideal de la institución parlamentaria, para, a renglón seguido, declarar irremediablemente extintos los supuestos estructurales que hicieron posible...
En Los fundamentos histórico-espirituales del parlamentarismo en su situación actual (2.ª ed. de 1926), Carl Schmitt efectúa la reconstrucción del tipo ideal de la institución parlamentaria, para, a renglón seguido, declarar irremediablemente extintos los supuestos estructurales que hicieron posible su emergencia histórica. La crisis del Parlamento se presenta como una crisis de la discusión, de la publicidad crítica, y de la independencia y de la capacidad moral del diputado para encontrar la verdad, y desde ella elaborar la ley justa, impuesta por la nueva realidad social pluralista y democrática. Se trata de la negación de la atmósfera intelectual que había presidido toda una época, y ante la que, como enseña Ellen Kennedy, en plena convulsión de Weimar urgirá dar respuesta. Para Schmitt sólo el presidente del Reich será el pouvoir neutre, llamado a operar como defensor de una Constitución (der Hünter der Verfassung) entendida como bastante más que un simple documento jurídico, frente a las amenazas de unos partidos incompatibles con la idea de unidad que informa al Estado. ¿Qué validez tiene hoy esta crítica?, se pregunta Manuel Aragón en el estudio que precede a la obra.
«Lo esencial del Parlamento es la confrontación pública (Öffentliche) entre argumentos y contraargumentos, el debate y la discusión pública. Partiendo del Derecho (como antítesis del Poder) sus notas son: 1.ª que los pouvoirs se vean siempre obligados a discutir, buscando en común, la verdad; 2.ª que la publicidad sitúa a los pouvoirs bajo el control de los ciudadanos; 3.ª que la libertad de prensa empuje a los ciudadanos a buscar por ellos mismos la verdad, y decírsela al pouvoir.»