El protagonista y narrador de esta novela, Axel Bocanegra –escritor cuarentón, divorciado, con una hija y que no está precisamente en su mejor momento–, aparece en la primera escena en su casa, viendo porno en el sofá mientras se bebe más de media botella de Jack Daniels. Estamos en la España de 201...
El protagonista y narrador de esta novela, Axel Bocanegra –escritor cuarentón, divorciado, con una hija y que no está precisamente en su mejor momento–, aparece en la primera escena en su casa, viendo porno en el sofá mientras se bebe más de media botella de Jack Daniels. Estamos en la España de 2014, y dos admiradores de su obra –dos hermanos o supuestos hermanos– lo convocan en el Bar de Bringas para charlar de fútbol y otros asuntos filosóficos. Con argucias y engaños, lo arrastran hasta un centro cultural abandonado llamado Reino de la Ruina y Axel Bocanegra, como si fuera una Alicia que cae al fondo de la madriguera del conejo, se hunde en un país que no es exactamente el de las Maravillas. Los falsos hermanos, que resultarán ser agentes de un secretísimo servicio secreto, lo entregan a una enana y un viejo científico loco que lo someten a torturas varias y le hacen tragarse una pastilla que lo hundirá todavía más en este mundo de pesadilla. Protagonista de una alucinación inducida, Axel Bocanegra transita por un territorio kafkiano en el que asoman conspiraciones, dobles del rey de España, una chica llamada Marta y el mismísimo Rey del Juego, el que maneja los hilos y convierte a Axel en un títere, una marioneta... Esta novela desaforada, enloquecida y trepidante se puede leer como un thriller alucinógeno, un cómic sin viñetas o un videojuego literario que funciona sin necesidad de mandos. Una vez más, Juan Francisco Ferré aborda la realidad sociopolítica –en este caso, española– huyendo del realismo –sea éste garbancero o no– y elabora un artefacto (explosivo) que es un aquelarre narrativo, un capricho goyesco, un esperpento valleinclanesco, un delirio lúcido que mezcla ciencia ficción, erotismo, parodia, elucubraciones filosóficas, guiños culturales, teorías de la conspiración y juegos de naipes y de vídeo. Siguiendo la senda abierta con Providence (Finalista del Premio Herralde de Novela 2009) y Karnaval (Premio Herralde de Novela 2012), el autor continúa el que es uno de los proyectos narrativos más ambiciosos, radicales y fascinantes de la actual literatura española y lleva la novela a una nueva dimensión desconocida.