«Entrar en [las prosas narrativas de Menchu Gutiérrez] es como cruzar una puerta que se abre a una habitación en la que no hay ruido y en la que prima la expresión desnuda y precisa de un mundo interior tan rico y sutil como intransferible.»Manuel Rodríguez Rivero, Babelia, El PaísAraña, cisne, caba...
«Entrar en [las prosas narrativas de Menchu Gutiérrez] es como cruzar una puerta que se abre a una habitación en la que no hay ruido y en la que prima la expresión desnuda y precisa de un mundo interior tan rico y sutil como intransferible.»
Animales y hombres intercambian establos, jaulas, madrigueras, rascacielos, y también pelo, escamas, plumas y púas. En la pista del circo se ha vertido el contenido de un gran reloj de arena y el tiempo se detiene para que podamos observar las huellas que pies y pezuñas imprimen en su superficie.
Los animales que braman, barritan, graznan o balan lo hacen a través de una sola boca y forman parte de un animal mucho más grande. Este libro muestra la nebulosa en que vivimos como una inmensa telaraña.
«He caminado por la telaraña, con mi barra de funambulista extendida delante de mí, una barra hecha de palabras, un planto anticipado. Y ahora he dado un paso más en la telaraña, y continúo sin saber si sonrío a la araña o es la araña la que me sonríe a mí.»