Nadie es una isla y en un buen libro cabe el mundo enteroA pesar de ser el único librero de Alice Island, a A.J. Fikry no le gustan ni la posmodernidad ni el realismo mágico. Tampoco pierde el tiempo con historias sobre el Holocausto, libros infantiles o novelas románticas. Sus planes nocturnos cons...
Nadie es una isla y en un buen libro cabe el mundo entero
A pesar de ser el único librero de Alice Island, a A.J. Fikry no le gustan ni la posmodernidad ni el realismo mágico. Tampoco pierde el tiempo con historias sobre el Holocausto, libros infantiles o novelas románticas. Sus planes nocturnos consisten en encerrarse en un destartalado apartamento y acompañar un buen cuento clásico de comida basura y media botella de whisky. Porque, todo hay que decirlo, de la misma forma que a A.J. Fikry no le gustan la mayoría de libros, tampoco le suele caer bien la gente. Hasta que, de repente, alguien amanece sentado en el suelo de su polvorienta librería... Esta es una historia de genuino amor libresco, destinada a todos aquellos que abren los libros para oler sus páginas y acarician el lomo cuando los dejan en la estantería. A.J. FIfry no es un dechado de cortesía, pero hay algo que tiene muy claro: somos lo que leemos. Más aún, nuestra vida está hecha de mil historias que nos acompañan a lo largo del camino y la buena literatura es una brújula que nunca falla.