La Guerra Fría empezó con el reloj de un ciudadano anónimo al que se le agrietó la esfera. Un reloj con las manecillas detenidas para siempre señalando las ocho y cuarto de la mañana: el preciso momento en que estalló la primera bomba atómica en Hiroshima. Se dice que la Guerra Fría acabó el 9 de no...
La Guerra Fría empezó con el reloj de un ciudadano anónimo al que se le agrietó la esfera. Un reloj con las manecillas detenidas para siempre señalando las ocho y cuarto de la mañana: el preciso momento en que estalló la primera bomba atómica en Hiroshima. Se dice que la Guerra Fría acabó el 9 de noviembre de 1989 con la caída del Muro de Berlín. Muchos opinan, sin embargo, que no es posible acomodar semejante acontecimiento a una fecha y parece más adecuado hablar de motivos profundos, factores diversos, manejar grandes números, ideas sólidas... Hay quien opina que el verdadero principio del fin de la Guerra Fría tuvo lugar el 26 de abril de 1986 con el incidente nuclear de Chernóbyl o se dice que 1990, el año del definitivo hundimiento del comunismo, fue también el año en que se hundieron para siempre las utopías políticas. Sin embargo, el 11 de septiembre de 2001 cayeron las Torres Gemelas y, según dicen, el reloj de la Historia echó a andar de nuevo. El fin de la Guerra Fría parte de las historias paralelas de tres personajes, Dona, Tomás y Zheng, y propone al lector una inmersión en sus vidas, unidas por el desarraigo, la extrañeza y la sensación de enajenación ante un mundo que no comprenden, así como la necesidad de encontrar un espacio en el que poder existir. Crece así como una espléndida novela coral que tiene como eje la ciudad de Barcelona, escenario que actúa como órgano de acogida de los pulsos de sus personajes.Una obra mayor y un comprometido análisis de la civilización, de las cortinas de humo, de la relación individuo-sociedad, de los pilares socio-políticos, y de todo lo que tiene que ver con nuestra modernidad. Una obra con la que Juan Trejo se engloba dentro de una generación de escritores que articulan una narrativa viva, bajo la estela de David Foster Wallace y Jonathan Franzen. Todo un desafío y una puesta en escena en la que se incluye un inesperado final, retrato metafórico de ¿el fin de la Guerra Fría?