«Amor por lo que vive, si supieras/ qué fácil es perderte/ sabrías cuánto ansío conservarte». El presente poemario nos propone una mística terrenal donde lo que se eleva es la «carne pensativa» y lo único sagrado es el instante en fuga. Una espiritualidad laica que, celebrando el privilegio de «habe...
«Amor por lo que vive, si supieras/ qué fácil es perderte/ sabrías cuánto ansío conservarte». El presente poemario nos propone una mística terrenal donde lo que se eleva es la «carne pensativa» y lo único sagrado es el instante en fuga. Una espiritualidad laica que, celebrando el privilegio de «haber llegado/ al lugar donde estaba», se opone a la trascendencia para no «cederle terreno a las alturas». En otras palabras, una versión posmoderna de la tradición mística. Cantos de lucidez vitalista que toman la alegría, esa «palanca de respuestas», como un horizonte en marcha. Versos contra el romanticismo del dolor, muchas veces cantados desde el dolor mismo, para reivindicar la maltrecha belleza de «este lugar que apesta y me conmueve». Poemas que sugieren un modelo distinto de amantes, «enamorados/ de la fragilidad de estas paredes»: el personaje de la artesana, amada activa, horizontal y antiplatónica, y una voz masculina que expresa su deseo de intercambio. Mística abajo consta de cuatro partes. La primera está dedicada al tiempo, sus ciclos y transformaciones en el cuerpo de lo real; la segunda reflexiona sobre la poesía, su necesidad y utilidad en el presente; la tercera aborda las relaciones entre ciencia y emoción, razón y deseo; en la cuarta dialogan los motivos clásicos de la mística con una ética contemporánea y desacralizada.