Ya hemos apuntado en otra parte que Libro del desasosiego es un libro interminable, podría considerarse como una sucesión de libros o capítulos descabalados, susceptibles de gavillarse y ordenarse de una manera unitaria pero también fragmentada (el propio Pessoa, abrumado por su frondosidad, se plan...
Ya hemos apuntado en otra parte que Libro del desasosiego es un libro interminable, podría considerarse como una sucesión de libros o capítulos descabalados, susceptibles de gavillarse y ordenarse de una manera unitaria pero también fragmentada (el propio Pessoa, abrumado por su frondosidad, se plantea tal posibilidad). Lo que hoy conocemos por Libro del desasosiego, sin duda uno de los hitos literarios del siglo XX, no es obra construida y acabada por Fernando Pessoa. Como jamás sabremos qué libro nos hubiera dejado el propio artífice, no nos queda más que aceptar el libro tal cual lo conocemos (y amamos), pero también rebelarnos ante él. Esto último es lo que, en cierto modo hemos hecho con esta selección intencionada del libro. Esta edición se acerca mucho a la herejía, pero también pretende convertirse en una de las posibles ventanas que posibiliten adentrarte en el universo pessoano y más concretamente en el siempre fascinante pero a ratos abrupto Libro del desasosiego. En esta breve pero meditada selección hemos querido colocar el énfasis en los fragmentos que se centran en la oficina del cuarto piso de Rua dos Douradores, donde transcurre la vida rutinaria de Bernardo Soares y cuyos 62 fragmentos forman un delgado hilo, una especie de sendero con apariencia de novela estática, en la que acaso puedas encontrarte con un Pessoa más humano y desnudo. Libro del desasosiego está lleno de personajes anodinos, que experimentan su vacío radical, ignorando que habitan un mundo en descomposición, crepuscular, que acabará por devorarlos, disolviéndolos en la nada. Aun así, tras la impávida huella del fracaso, el contable Moreira, el patrono Vasques, el lotero, el cajero Borges, el barbero, las modistillas, el mozo de almacén, cada uno de los tipos que se dan cita en este retablo vivo de la desazón de ese pequeño mundo, forman un tejido humano que aun condenándolo, defiende al propio Pessoa del frío y de la angustia que lo corroe por dentro.