EL PROCESO DE MODERNIZACIÓN que experimentó España durante la II República no puede entenderse sin la incorporación de la mujer a la vida política, laboral y cultural del momento. De hecho, esa incorporación es uno de los signos y síntomas más reveladores de esa modernidad. En este ensayo asistimos ...
EL PROCESO DE MODERNIZACIÓN que experimentó España durante la II República no puede entenderse sin la incorporación de la mujer a la vida política, laboral y cultural del momento. De hecho, esa incorporación es uno de los signos y síntomas más reveladores de esa modernidad. En este ensayo asistimos al interesante debate que se abrió en las décadas de los años veinte y treinta sobre el nuevo papel que debía desempeñar la mujer en la España inédita que se estaba fraguando, debate que puso en cuestión el modelo tradicional femenino de la Restauración que atribuía a la mujer el rol de «ángel del hogar» y la recluía en el ámbito doméstico. Las intelectuales republicanas (como Carmen de Burgos, María Lejárraga, Margarita Nelken, Clara Campoamor, María Zambrano y Federica Montseny, entre otras) reivindicaron a través de sus ensayos una nueva identidad femenina, la mujer moderna, comprometida con la sociedad y dueña de su propio destino.