«Silencio, te dices. Y no se hable más de ti, ni siquiera de tus manos, esos muñones empeñados en juntar palabras. Porque tú aquí no eres nadie. Sólo un hombre que debe permanecer al margen y leer la historia que vivieron los demás. Karl Bruckner, Peter Brühl, Otto Rink. Los nombres de todos esos jó...