Ay, los hijos, esas criaturitas que eran tan tiernas y dulces de bebés y hasta te daban ganas de comértelos. Qué tiempos aquellos cuando pensaban que eras maravilloso, te miraban con verdadera admiración y hasta te podían llegar a dar un beso o un abrazo de forma espontánea; ¡Qué fácil era todo! Per...