Yo los vigilaba, los esperaba, procurando pasar inadvertida para que nadie me pidiera que cerrase las persianas. Con los ojos bien abiertos, sin pestañear, los veía estremecer las sombras, rayar el cielo con sus temblorosas verticales, para quedarse, unos instantes, detrás de mis ojos. Si ellas me h...
Yo los vigilaba, los esperaba, procurando pasar inadvertida para que nadie me pidiera que cerrase las persianas. Con los ojos bien abiertos, sin pestañear, los veía estremecer las sombras, rayar el cielo con sus temblorosas verticales, para quedarse, unos instantes, detrás de mis ojos. Si ellas me hubiesen visto mientras recogía la mayor cantidad posible de relámpagos para que durasen unos segundos más detrás de mis ojos, tal vez me habrían dicho que era inútil luchar contra el destino, porque al rato, alguien me preguntó si me animaba a cerrar las persianas que daban a la calle. Yo me levanté irritada.