Cees Nooteboom, que no es un historiador del arte ni pretende serlo, se deja llevar en esta obra por la imaginación y la fascinación por la belleza artística. A través de sus ojos contemplamos los estudios de la naturaleza de Leonardo da Vinci, los autorretratos de Rembrandt, los interiores de Verme...
Cees Nooteboom, que no es un historiador del arte ni pretende serlo, se deja llevar en esta obra por la imaginación y la fascinación por la belleza artística. A través de sus ojos contemplamos los estudios de la naturaleza de Leonardo da Vinci, los autorretratos de Rembrandt, los interiores de Vermeer, los paisajes de Bruegel, los rostros sin ojos de De Chirico o las soledades de Hopper. Y finalmente, sin apenas darnos cuenta, empezamos a ver los cuadros como si fueran personas.