Julian Barnes, célebre escritor y aficionado tardío a los fogones, cuenta sus divertidas aventuras entre sartenes y cazuelas, sus triunfos y derrotas entre la cocina y el comedor. Trufada de inteligente humor inglés, es una lectura obligada para quien disfrute cocinando y leyendo y, cómo no, comiend...
Julian Barnes, célebre escritor y aficionado tardío a los fogones, cuenta sus divertidas aventuras entre sartenes y cazuelas, sus triunfos y derrotas entre la cocina y el comedor. Trufada de inteligente humor inglés, es una lectura obligada para quien disfrute cocinando y leyendo y, cómo no, comiendo. Quien haya cocinado alguna vez sabe que entre la receta y el plato listo para servir puede haber un abismo: el resultado será un éxito o un fracaso, pero lo primero con que se topa el aficionado son las dudas. El tiquismiquis de la cocina, que quisiera cocinar perfectamente, consulta las recetas, pero se ve sometido a un sinfín de imponderables: ¿cuán grande es una cebolla mediana? ¿Qué significa fuego medio? ¿Cuánto cabe en una pizca? Todo aquel para quien la cocina sea un hobby revivirá con este libro sus esforzados intentos, maldecirá con Barnes los libros de cocina y sus imágenes a todo color, probará salsas y contemplará desolado un suflé despachurrado. Y repetirá la consigna: «Esto no es un restaurante.» Guarnecida con apetitosas ilustraciones, El perfeccionista en la cocina es una lectura desopilante, además de un consuelo para cualquiera que se haya sentido derrotado alguna vez ante un recetario. Todo un placer. «Un libro para leer en compañía de un queso stilton de ocho meses y una copa de oporto» (Pau Arenós, El Periódico). «Recibirá las simpatías de los cocineros amateurs, quisquillosos y, en efecto, perfeccionistas» (Toni Montesinos, La Razón). «Sencillamente delicioso. Impregnado de humor, ese humor inglés en la línea elegante de Wodehouse, Evelyn Waugh o Alan Bennett, el único en el mundo capaz de hacer asimilable lo disparatado con lo normal sin distorsionar la realidad de forma grosera» (Robert Saladrigas, La Vanguardia). «Delicioso» (Fietta Jarque, El País). «Desternillante» (Mercedes Monmany, ABC).