Las páginas prácticamente inéditas de Unos días en el Brasil (Diario de viaje) recogen el diario de un viaje en 1960, motivado por la invitación que Bioy Casares recibe de la organización del congreso del PEN Club en Brasil. Unos días en el Brasil recorre aquellos días de 1960 que Bioy estuvo entre ...
Las páginas prácticamente inéditas de Unos días en el Brasil (Diario de viaje) recogen el diario de un viaje en 1960, motivado por la invitación que Bioy Casares recibe de la organización del congreso del PEN Club en Brasil. Unos días en el Brasil recorre aquellos días de 1960 que Bioy estuvo entre las ciudades de Río de Janeiro, São Paulo y una incipiente Brasilia, de la que se celebra su 50º Aniversario como capital de Brasil. Testimonio de uno de los autores claves de la literatura en castellano del siglo XX, este diario se completa con una serie de fotos inéditas de este viaje. Coincidiendo con el lanzamiento, se celebrará una exposición titulada Basilia 1960. Fotografías inéditas de Adolfo Bioy Casares en la Galería Guayasamín de Casa de América en Madrid del lunes 6 de septiembre al domingo 19. La construcción de la ciudad comenzó en 1956, siendo Ludo Costa el principal urbanista y Oscar Niemeyer el principal arquitecto. En 1960, se convirtió oficialmente en la capital de Brasil. Junto con Putrajaya (la capital administrativa de Malasia) y Naypydaw (la nueva capital de Birmania) es una de las ciudades capitales de más reciente construcción en el mundo. El 8 de septiembre a las 20 horas será la presentación del libro en Casa de América. El acto contará con la presencia de Eduardo Berti, Juan Casamayor y muy especialmente del editor, traductor y ensayista francés Michel Lafon, que esos días concederá entrevistas. Según palabras recogidas en su posfacio, el diario tiene un cometido íntimo y personal del autor "para seguir transformando cualquier día de su vida en un viaje y una aventura, cualquier lugar del mundo en una isla encantada, donde todo se vuelve posible, e incluso deseable". Lafon mantiene que Bioy " no sabe por qué aceptó la invitación, no tiene nada que decirles a los otros invitados, rechaza las amistades obligadas y los ejercicios impuestos, odia la retórica vacía, no quiere hablar en público". Aun así, Lafon acaba preguntándose: "Viajar para escribir, escribir para olvidarse de que uno está viajando, y para recordarlo después. ¿Y si Bioy fuera el mayor diarista del continente?".