«Madame Bovary leía folletines y se daba de bruces contra el mundo al intentar llevar esos personajes a la realidad; Belén Esteban no copia a nadie: se ha inventado uno que irrumpe como un elefante en una fábrica de porcelana y arrasa con todo sin freno alguno» (Miguel Roig).Aún hoy, a pesar del pro...
«Madame Bovary leía folletines y se daba de bruces contra el mundo al intentar llevar esos personajes a la realidad; Belén Esteban no copia a nadie: se ha inventado uno que irrumpe como un elefante en una fábrica de porcelana y arrasa con todo sin freno alguno» (Miguel Roig).Aún hoy, a pesar del protagonismo de la red, la televisión sigue siendo el medio de comunicación dominante. Desde su privilegiada posición en el salón, muestra una parte del mundo y sus personajes. En este espacio mediático creado, Belén Esteban es, hoy por hoy, un valor seguro capaz de elevar los índices de audiencia. Como una muñeca rusa y ante las cámaras, BE es madre, vecina, ama de casa, alumna de baile, ciudadana desencantada. Estos perfiles son conocidos por el público que sigue, en directo, su devenir cotidiano. Pero BE no es artista, ni periodista, ni actriz, ni nada que justifique su presencia. Es alguien que vive, in live, su propia experiencia vital, actividad que le permite -como observa Miguel Roig con agudeza- atravesar esta época en la que, a velocidad de zapping, hemos pasado de las certezas y el trabajo seguro a la flexibilización laboral y el malestar perenne.